Números-63
A estas alturas de mi vida, que más dará esta forma u otra.
Esta forma a mí me gusta, simple pero contundente, como mi crítica, heredada de la gran rezadora que fue mi madre.
Mi madre me ponía todo tipo de escapularios y medallas, los escapularios son como las tarjetas de acreditación que te dan ahora en los congresos, (más que nada para que todo siga igual)
Ahora la gente se pone colorines sin fin en lugar de aquellas maravillosas reliquias de santos (que generalmente eran un trocito de trapo dentro de un poco de plástico) era como llevar un muerto permanente colgado del cuello, claro, yo en cuanto podía me lo quitaba, me daba mal fario, mi madre en cuanto podía me lo volvía a poner, y generalmente podía enseguida.
Yo creo que tenía docenas de ellos en reserva, para el traidor de su hijo que debía haber sido obispo y acabó siendo un hijo de puta sin remedio ni reparación posible.
Tanto poner y quitar, tanto ir a los manicomios a ver a la familia, de alguna manera acabaron con mi infancia y con mi juventud.
Yo nunca he conseguido ser joven, siempre he sido viejo, de escapulario y medalla, pasado por el agua bendita de todas las iglesias que estaban al alcance de mi madre que eran muchas.
Después a través de un psicoanalista, (o eso decía él que era) descubrí el TAROT fue para mí mucho más choqueante que descubrir el sexo o cualquier otra cosa, nada en este mundo me ha conmovido mas profundamente que ver las primeras cartas de tarot, en este caso y como suele ser usual, el tarot, pobre tarot de Marsella.
En mi interior creí haber encontrado un tesoro y desde entonces y durante mas de veinte años no he podido salir de esa sensación interna que me produjo tal día a tal hora en una miserable ciudad, un pequeño montón de cartas.
Ahora leo a SAN CIPRIANO, el bueno de san Cipriano, que un buen día se cambió de acera, (como quien cruza un semáforo en nuestros tiempos) iba por lo visto por la senda del demonio y como debe ser, una mujer le cambio todo, como a todos los demás mortales, desde entonces, desde la mujer y sin que él sepa porque, (yo si) ya no invoca al demonio, invoca a dios, ¡vamos como cualquiera que haya estado cerca de una entrepierna católica en no importa que paisaje!
Le ocurrió a san Cipriano, lo mismo que a cualquier mortal que entre en contacto con un asesino entrenado por la iglesia católica, se caga piernas abajo y dice desde entonces que sí a todo.
Es tanta la maldad acumulada por esta gente, tanto su poder, tantos los asesinatos cometidos, ¿que quien en su sano juicio no les va a hacer caso? Es como si te llamara Alcapone, y te pidiera un favor, ¡cualquiera le dice que no!
San Cipriano había trabajado con gente del pueblo llano y de repente se encontró con entrepierna católica, educada para matar y ¡claro que cambió! como que se jugaba la vida y esto hay que cogerlo literal.
Ellas y ellos, los católicos matan, los demás decimos cosas, pero no nos aproximamos a su fe, más que rozando las miserias de este mundo, para mayor gloria de todos los jodidos del planeta. Es así, primero te joden y después te redimen para salvarse a tu costa, ¡son perfectos en su magia! en sus ritos y en sus ceremonias, invocando siempre al dios de la lujuria y de la destrucción masiva de todo lo que signifique algo humano, pero ¡lo han conseguido! y en el día de hoy solo
Ser cristiano es ser un miserable asesino, ser cristiano y católico, es ser un asesino, torturador de la especie, ser cristiano, católico y confesarlo, es decirle al prójimo, que estas ahí para vigilarle y hacerle la vida imposible en cuanto haga o te parezca que hace cualquier cosa que desafié el poder del demonio en este nuestro planeta.
Ser cristiano, católico, confesarlo y ser jesuita, es formar parte de lo peor que la especie humana ha generado, en todo lo que llevamos de humanidad conocida.
De él aprendí (de san Cipriano, el bueno de san Cipriano), que hay INVOCACIONES, PACTOS Y CONJUROS, CEREMONIAS -RITUALES Y EXORCISMOS, EMBRUJAMIENTOS - HECHIZOS Y SORTILOGIOS, ENCANTAMIENTOS Y ENDEMONIAMIENTOS Y QUE TODO ELLO PUEDE MANIFESTARSE EN TALISMANES, AMULETOS Y CONDENSADORES.
¡Vamos allá! toda una ciencia por delante, pero nada que no esté continuamente en nuestra cultura de una manera total, sin que nadie entre en razón, para poder explicarlo.
Desde san Cipriano, nada ha cambiado en estas culturas, solo las formas externas, solo que la inquisición desplazó la manifestación de todas estas cosas, a la vida ordinaria, en lugar de dejarlas en la extraordinaria como estaban con san Cipriano.
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