Números-57
No se me ocurre nada.
Será que esta forma no me produce ningún movimiento, mejor, así podré dedicarme a lo mío, no hacer nada.
Lo último que se me ocurrió hacer fue fotos del iris, me salen todas mal, y no es para menos. Siempre se me ocurren cosas imposibles, y así me quejo de lo mal que me trata la vida, en lugar de dedicarme a lo que puedo hacer, ¡nada!
Durante un tiempo viví al lado de un amigo, en la misma calle, la verdad es que era la única calle, en un sitio que no era ni pueblo ni barrio ni aldea, allí estábamos unos cuantos marginales, y otros pocos que lo éramos sin saberlo todavía. Este hombre, mi amigo, se dedicaba también a faenas imposibles, y así un día se puso a arreglar un coche en una reparación impensable hasta para un mecánico experto, sin nada, ni siquiera medios económicos para comprar lo mas mínimo. A base de ingenios, de chatarrerías y otras muchas cosas, al final después de meses, consiguió que el coche funcionara, yo pasé y le dije enhorabuena, y me contesto, ¡y ahora para qué quiero yo esto si ya funciona!
A mí me pasa lo mismo, me gustan las cosas mientras no funcionan, también me gustan las personas que no funcionan, todo lo que esta roto o va camino de romperse y claro, así me va.
Nunca he podido relacionarme con alguien que funcione al uso de lo social, yo siempre he estado con gente cuyo andamio continuamente necesitaba de tornillos urgentes, y que de vez en cuando hacia aguas y se caía del todo.
A la mujer que más he querido, la llevaban al manicomio, como a mí a misa cuando era pequeño, la llevaban por obligación, rota, desajustada, abrumada, creyente cagandose en dios, rezadora mientras la entrepierna estaba disparada, era un imposible permanente, al final se suicidó, lo había hecho otras veces pero no le salió bien hasta que estuvo conmigo, era un ser que yo quería, ¡Descanse en paz!
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