Wednesday, January 10, 2007

Números-56

Menudo lío tenemos montado con esto de los números. Hemos hecho tantas clasificaciones, que ahora el recordar el trabajo de quince años me parece totalmente imposible.

¡Mejor! si yo no puedo, imaginarse lo que pueden los demás.

Yo quise fabricar ORO y pensé que en su momento era “coser y cantar” claro que también entonces pensaba que la vida era encorrer a una mujer, a su entrepierna con una botella de licor en el bolsillo.

Alguna botella ya me bebí, alguna mujer me quiso un poquito a plazos como en los grandes almacenes, pero lo que no pude hacer es fabricar oro.

Después dejé de beber, dejé de perseguir entrepiernas y me pareció que podía entender esto del azar, claro está, conseguí lo primero, dejar de beber, porque dependía de mí, las mujeres ya no están abajo, en los genitales, pero me siguen visitando arriba en la cabeza, allí me bailan y me hacen la fiesta, vamos me hacen todo lo que no me han hecho fuera de la cabeza.

Entonces y por lo menos entendí que en nosotros, los hombres, (los que aún queremos seguir siéndolo, no es que lo seamos) lo que tenemos en la cabeza respecto al sexo, nunca se aproxima a lo que tenemos abajo en el pito.

En ellas, en las mujeres, en las pocas que quieren seguir siéndolo, aunque ya no lo sean, lo de abajo, lo que tienen abajo, es mucho más de lo que manejan arriba.

Claro está, nunca nos ponemos de acuerdo. Nosotros les hablamos desde arriba de lo que tenemos abajo y ellas nos contestan desde abajo de lo que tienen arriba, si no fuera por la que se organiza es como para hacer función de teatro permanente con los hermanos Toneti en circo americano, pero claro de esto nada, no lo tomamos en serio y acabamos en los juzgados.

Nosotros tenemos el placer arriba, en la cabeza y ellas abajo en su entrepierna, ellas quieren que abajo las cosas funcionen, la cabeza les da igual, nosotros no conseguimos que las cosas funcionen abajo, pero la cabeza nos vuela continuamente hacia no sé que placeres en, no se sabe que circunstancias. ¡Vamos como la noche y el día!

Ellas nos sienten abajo, nosotros arriba, ellas deciden abajo, nosotros arriba. Les planteamos nuestras dificultades como si fueran razonables, ellas no saben, no contestan. Ellas nos hablan desde abajo, nosotros les pedimos desde arriba, y cuando nos dejan porque nos dejan siempre, nos despiden abajo, como nos recibieron, nosotros seguimos sin entender nada y ellas haciendo como que saben de qué va la fiesta.

Es una especie de dialogo de sordos para ciegos, sin que a estas alturas sepamos todavía quien es el sordo o el ciego.

¡Menudo lío, menuda fiesta nacional, menuda claridad de contenidos con la que andamos por estas tierras de Maria santísima!

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