Números-46
Cuando empecé con estas cosas, me acuerdo que hacia la formula de cada una de las formas, para después tener posibilidad en el laboratorio alquímico. Hace de esto tanto que ya ni me acuerdo, porque las formas entonces tenían otra dirección y no la que tienen ahora.
Al principio las formas eran mi manera de estar en la esperanza de liberarme a través de mi trabajo del encadenamiento social y de la servidumbre obligada del pobre hacia al rico.
Pero todo fue un fracaso (quince años de fracaso), bueno todo sigue siendo un fracaso, sucede que el de entonces era un fracaso con esperanza y el de ahora es un fracaso como tal, una desesperanza infinita.
Al final ha sido la enfermedad del cuerpo la única manera de estar en este hecho social que me rodea, no puedo gestionar lo que me queda de otra manera.
¡Menuda fiesta!
Me acuerdo que decía: a mí, no me lleva sor Maria a mear, porque antes cualquier cosa, suicidio incluido, pues mire por donde sor Maria me ha llevado a mear y no solo eso, me la ha cortado para mayor gloria del Vaticano, así ya no tengo que mear, algo que yo no pensaba que pudiera hacerse, el hecho concreto es que ya no me la encuentro ni para mear, ¡sor Maria me la corto sin que yo me diera ni cuenta!
Estoy de lleno en la práctica de la medicina organicista y socialmente admitida porque pobre de mí, necesito que me firmen papeles para poder seguir en este mundo, o así lo creo yo.
El hecho concreto es que tengo varios cajones llenos de papeles firmados, también estoy en los juzgados de lo social donde me dan mas papeles para seguir riéndose de mí.
Espero de verdad conseguir ser un inútil para todo tipo de trabajo, de hecho este honor solo se me hace pensable, dentro de que los espíritus con los que nunca me he relacionado, tengan a bien acercarse a mí.
Son los espíritus que hacen que las cosas sean fáciles, yo solo he tenido relación con los otros con los que te hacen la vida imposible con los que rigen el matrimonio y la pareja y las instituciones del estado.
En el fondo empiezo a estar pero que muy contento, porque he llegado a la gloriosa forma final del funcionario, es decir a formar parte del decorado de una forma tan sutil que ya no existes para nadie. Casi he conseguido ser invisible, que es el mayor desarrollo que puedo hacerme idea del propio yo.
Yo ya no tengo ninguna diferencia con el vecino de enfrente, soy como una inmensa mancha gris en un inmenso campo de color gris, soy un funcionario dentro de un funcionariado que solo existe porque de vez en cuando, cuando pintan la pared que le corresponde a uno, durante unos pocos días, terribles días, nuestra mancha gris destaca.
Estos días son dolorisisimos, porque el que pasa, el que te quitó el instrumento y la partitura, al verte, te dice y te pregunta porque no tocas la sinfonía que corresponde al día, y claro uno tiene que remontarse a la propia biografía para explicarle al jefe de turno, que lento pero seguro, le quitaron a uno, todo lo que se supone que uno debería tener, incluida la dignidad y la autoestima como dicen los psicólogos aliados con el poder.
¡Te lo quitaron todo! y ahí se está pero que muy bien, uno ya no tiene que cerrar la puerta de casa porque no tiene nada para que se lo lleven, se vive muy tranquilo, solo que de vez en cuando alguien, ¡será hijo de puta! pinta la pared y uno vuelve a pasar unos días terribles, pero solo unos días, enseguida entre la maceta de la compañera de turno y la perdida de brillo de la pared, se vuelve uno a fundir con el paisaje y son otros varios años de inmensa tranquilidad.
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