Números-16
Esta forma hexagonal, nos debería trasmitir luz, donde están las tinieblas, debería volvernos listos, ¡pero nada!
Hay gente me consta, que buscan los desarrollos mágicos, al margen al parecer, de lo que es su vida ordinaria, al margen así de la magia en el sentido más amplio que podamos aceptar.
Acaso les digo a mis amigos, los pocos que van quedando, ¿no es magia que no podamos razonar aquello que nos sucede y que no podamos hincarle el diente a nada de lo que nos ocurre y acontece?
Debería aparecer la luz donde existen las tinieblas, pero nada más tenebroso, que los sistemas actuales de creencias, nada que intranquilice mas al que esto escribe, que cualquier ser humano no sea consciente de nada de lo que en su DIA HACE, entendiendo por no ser consciente, el que no pueda organizar una secuencia de actos donde el encadenamiento y el resultado final, le lleven a donde el quería ir y no donde lo invocado, lo intangible sea la fiesta verbenera de todos los días.
¡Estamos en plena magia, en plena invocación, pacto y conjuro! que teniendo como base el ritmo rito y ceremonia, acaba en un exorcismo generalizado que invocando al lado derecho o al izquierdo nos pone en una descompensación permanente por la no-existencia del opuesto.
Si haces cosas buenas es porque piensas que lo son, te salva la intención del acto, nunca el acto en si, si haces cosas malas, es porque otro las hace buenas, si eres alto, como si eres bajo, siempre será con relación a algo, ocurre así con todo lo que constituye nuestra hacer diario, (enloquecido hacer diario,) que invocando permanentemente a aquello que desconocemos nos atrapa en lo que acontece, pensando que nosotros y aquello que nos ocurre no guarda ninguna relación.
Es fácil encadenar el curso del pensamiento cuando las cosas nos van bien, pero cuando aparece el cáncer de turno, nadie se hace responsable de semejante barbaridad, como si esto, el cáncer y el hecho de cagar o de comer no fueran obra del que lo hace.
Si tenemos que entender a alguien desde luego intentamos entender a dios, que parece más fácil que entender al demonio, queremos entender a dios, porque éste no puede hacer daño sin embargo el demonio, las mil y una putadas, pero no queremos entender que el uno sin el otro no pueden manifestarse, y que el uno sin el otro, es tener el brazo derecho y negar que el izquierdo existe.
Todo lo que se materializa lo hace sobre la base de que dos formas opuestas, la forma y la antiforma se anulan una a la otra para que en ese campo neutro podamos realizar cualquier operación formal con lo intangible, dios y el demonio no pueden escapar a esta definición, necesitamos del uno y del otro, para que en el neutro manifestado aparezca la famosa unidad, el principio de todas las cosas, la energía universal, pero ¡cual es nuestra sorpresa! que ese principio es el VACIO con mayúsculas, es la negación de lo existente, porque simplemente el Dios con mayúsculas parece una onda de probabilidad, donde todos los infinitos posibles están comprimidos en un algoritmo cero.
Alcanzamos así a dios con mayúsculas y a partir de ahí vemos que todo lo que sucede, ocurre y acontece, tiene como base la magia poderosa de millones de personas que la hacen sin ninguna conciencia de hacerla, que tiene unas pautas de conducta que encuentran de repente la antiforma que compensa en un glorioso cáncer por habitante y a veces dos por cada uno de nosotros.
¡Benditos sea el cáncer y todo lo que le rodea porque es la resultante brutal y absoluta de una vida brutal y absolutamente estúpida para mayor gloria de dios y el demonio. Que después venga el profeta de moda y que nos diga que el cáncer que tenemos es el demonio y la salud es dios, es como para irse a verbena verbenera, con chica diez, porque el dios de la gente y el demonio de la gente ordinaria, el dios que yo manejo y el demonio que me acompaña, son el producto final de mi majadería permanente, sin que esto al parecer tenga remedio ni a corto ni a largo plazo.
658b.
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