Números-21
La sabiduría popular de mi país, dice ese tío piensa con los pies y así es, todos pensamos con los pies porque en estos tenemos lo mismo que en la cabeza lo que ocurre es que lo que esta en un sitio dentro en el otro esta fuera.
El que pueda entender que entienda.
Este teclado es una fiesta a la mala escritura, no hay forma de darle a una letra sin que se active la de al lado. Cuando empiezo a escribir, generalmente porque no sé que hacer siempre me digo lo mismo, tienes algo que decir, pues ale a decirlo, después resulta que lo que tengo que decir es mejor que me lo calle y además cuando lo vuelvo a leer, alegría de mi conciencia, no se puede estar mas de lleno en la estupidez propia y ajena.
Las palabras nos traicionan, como las formas, como todo y se convierten a pesar de uno y de todos los esfuerzos, en un no sé que que que sé yo, en una especie de intención oculta que deja al descubierto lo mejor de nosotros mismos, el cerdo que todos llevamos en nuestras extrañas vísceras.
Yo digo lo que me da la gana, faltaría más, y lo digo en el orden que me sale generalmente de los huevos, faltaría mas, pero en lugar de conseguir divertirme, lo que consigo son unos escritos, terribles en su forma y desajustados en su método. Pero, es que mi vida es así, terrible en su forma y desajustada en su método.
Yo no sé escribir, nunca he conseguido entender la ortografía y nunca he conseguido tampoco, escribir distinto a como hablo, entonces resulta que hablo mal y escribo de la misma forma.
Cuando intento corregir lo escrito, me parece una majadería de colegio así que lo dejo todo tal cual, como una cochiquera.
A mí me gustaría hacer algo bien, pero no puedo, hay algo en mi pero que muy torcido, entonces solo conozco gente como yo, que le da risa la especie humana cuando están bien, cuando están mal siempre la especie humana es algo así como una madeja de diferentes colores que enredada desde hace siglos, deshacemos un nudo y aparece el siguiente.
Mis amigos me dicen que eso es el sufrimiento no la humanidad, y yo les digo a los muy cabrones que donde está la diferencia.
Vivo en un país de bárbaros, donde se hacen museos a las cuatro patas de un cerdo, existe, existen, museos del jamón. Se llama arte a la fiesta nacional, en la que un señor muy machote marcando paquete, en tres tercios, desarrolla algo bárbaro que estaría prohibido hasta en el África.
En el país donde vivo, se hacen loas permanentes a la virgen, se reza por todas las esquinas y se llama política antiterrorista, al ir de entierro un día sí y el otro también. En este país como en todos los demás, cuando algo se hace muy mal, se dice que esta muy bien, porque siempre que el río se revuelve hay ganancia para los pescadores. Los pescadores son siempre los mismos, los banqueros.
626A.
Podría irme a otra parte, a otro paisaje virtual, pero entiendo que el sufrimiento humano no tiene fronteras y que en todas partes, allí donde un ser humano este presente el sufrimiento también lo está.
Yo estoy harto de mi propio sufrimiento (ya sabéis problemas, conflictos, paradojas y contradicciones), estoy harto de mi sufrimiento, problema y conflicto, harto de mi cuerpo físico y de mis esfínteres, paradoja sin fin y contradicción permanente y harto de una vida que siempre es una sorpresa inesperada en un acontecer que no consigo entender en ninguna de las variables al uso.
Yo nunca consigo aquello que me propongo, las mil y una interferencias lo impiden, nunca consigo nada, pero siempre estoy embarcado en algo importante, algo que por supuesto me supera y algo que acaba siempre con el ultimo resquicio de esperanza, de pilar y de carmen.
Ahora ya no tengo nada importante por primera vez en mi vida, ya han acabado con todas mis pretensiones, lo que no me lo cargué yo, se lo cargó lo intangible, calculo que organizado por mi conciencia en un aquelarre magnifico de destrucción masiva.
Disfruto como solo pueden hacerlo los muertos, disfruto desde detrás de mis gafas de este paisaje humano desenfadado y dispuesto a vivir la vida a costa de lo que haga falta, que es mucho y cada vez mas.
En los últimos años me han hecho ver que nada importa, solo el llevar a cabo lo que cada esfínter pide en cada una de las situaciones que se plantean diariamente, solo esfínteres y lo demás para los místicos y santones, yo a comer y a beber a follar, a hablar sin limite aparente y vuelta a empezar en una procesión de pedazos de carne que aparentemente no tiene ninguna relación entre ellos.
Así mis esfínteres son como la medicina oficial, pedazos de carne repartidos por una serie de plantas sin que al parecer nadie, ni siquiera uno mismo pueda juntarlos.
La medicina oficial, es buena porque las otras lo han querido, la medicina oficial, te desfragmenta en un árbol de decisión, donde cada uno que te ve añade nuevas ramificaciones, para poder asegurarse de que si lo denuncias está cubierto de riesgos, consiguen, que uno hablando con paredes de cemento armado vaya aislando su síntoma, su enfermedad y lo que es mas importante que al final no consiga uno identificarse con aquello que le pasa, porque seguro que le pasa a otros muchos.
Tiene una diabetes tipo dos, me dijeron hace poco, y enseguida vi que mi posibilidad de queja era nula, porque las había más graves y además es algo que tiene mucha gente, ni siquiera le dejan a uno personalizar su enfermedad y sentirse el mejor o el peor de los diabéticos, solo alguna señora con abrigo de garras y la permanente, el bolso negro como su alma, te dice desde un pinta morros de Alcampo, que tal doctor le había dicho que su enfermedad y dentro de su grupo, era lo mas grande y lo peor que había visto, ¡joder a mi no me dejaron ni esto!
Mi diabetes tipo dos, es una mierda, aun dentro de la diabetes, que no merece consideración ninguna, si fragmentación de sus contenidos por si acaso algún día aprendo a relacionar lo que soy con lo que tengo, pongo en relación mis enfermedades con el juzgado de guardia más próximo.
La medicina oficial, te despoja de tu enfermedad como si fuera un notario ejecutando la ultima voluntad del fallecido, te deja sin ninguna posibilidad de relación entre tu persona y tu enfermedad, así cualquier enfermo que se precie, tirará su enfermedad, en la primera mesa del primer ambulatorio de atención primaria que encuentre para que el siguiente se la lleve sin posibilidad de protesta alguna.
Yo pertenezco al grupo de los diabéticos tipo dos, y por lo tanto cualquier solución ya no puede ser personal sino colectiva para todo el grupo y esto gracias a la seguridad social y a mis pobres entendederas.
Si me preguntan por mis necesidades, diré lo que dice todo el mundo, tres comidas diarias y un poco de higiene no mucha porque soy de secano y esto del agua abundante me sigue asustando.
Ya nunca voy a la ciudad para que voy a hacerlo si siempre encuentro lo mismo, mas de todo y más de todo de lo mismo, chico sigue encorriendo chica y viceversa, con algún bocata por en medio para poder seguir en la misma maratón, en lo de siempre, negado en la desastrosa ausencia de caricias que tenemos los unos hacia los otros.
Esto de las caricias era así en mis tiempos, todos estábamos esperando que alguien viniera y nos dijera ¡pero que bien lo haces García! ( primera ensoñación de todo funcionario que se precie), pero nada, nunca apareció el jefe de uno para decirle a uno lo bien que lo haces garcía, solo quitarte todo lo necesario para hacer algo y después preguntarte porque no lo haces, este es el principio básico de cualquier actividad en cualquier sitio del mundo, ponerte las cosas lo mas jodido posible y después pasarte cuentas, esta es también la diferencia entre una entidad privada y una del estado, en la privada te ponen los medios para que hagas, en la publica te los quitan, de esta manera sigue el negocio de la privada y todos de acuerdo, los unos y los otros en que esto sea así..
El gran principio de toda actividad humana es tener las mayores dificultades posibles para hacer algo, solo entonces decidimos hacerlo, si algo es posible eso ya no interesa.
Lo mismo ocurre con las mujeres de uno, siempre nos toca la que no nos gusta, aquella por la que suspiramos, no nos mira a la cara ni por casualidad (a ver si las clonaciones empiezan de una puta vez y uno se clona cualquier portada del play boy, para uso y mejora de nuestro estar en el mundo).
Mi vida se puede resumir en un esperar que mi jefe, me diga ¡que bien lo haces garcía! y el mismo día que esto me daba igual, me despacharon del trabajo sin ningún tipo de problema, ahora soy un inútil que no consiguió en vida, que su jefe le dijera que bien lo haces garcía, y tengo que aprender a vivir sin este recurso de la esperanza, sin este reconocimiento social a mi esfuerzo, ahora solo tengo delante de mi a mi propio padre, no a mi jefe ( ambos se parecen en todo como gotas de agua ), de hecho el segundo principio de todo funcionario es que tuvo un padre y una madre que lo jodieron a fondo, después se fue al estado para que le siguiera jodiendo con la esperanza de algún día, jodido DIA que nunca llega, te sientas querido, que me sigue diciendo, no vales para nada, eres un inútil, y yo entonces le digo que si que tengo un papel donde no-solo se dice que soy inútil, sino que además lo soy absoluto y permanente, esto que debería ser la mayor de las vergüenzas resulta que certifica por primera vez en mi vida que soy lo que soy un invalido absoluto y permanente, para mayor gloria de la quinta espina de cristo.
Si la primera ensoñación de todo funcionario, ¡es que bien lo haces garcía! la segunda es sentirse querido dentro de un ambiente hostil como el que tuvo en su casa, está claro que no se puede dejar el funcionariado hasta que estas dos ensoñaciones se cumplen en la jubilación, desesperada y desesperante de todo garcía que se precie sin haber conseguido lo uno ni lo otro.
Les decía a mis compañeros, ¡pero si no te quiso ni tu padre ni tu madre como te va a querer alguien que no te conoce! pero la fiesta es inigualable, la fiesta del funcionario es asesinato permanente de la dignidad humana, en una legión de descamisados que queremos que nos quieran, ni mas ni menos como paquito
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